EL REGALO DE RAQUEL

Raquel es mi niñina. Entré a cuidarla cuando tenía 11 meses, y desde entonces es lo que hago cada mañana: llego a su casa, la levanto, la doy el desayuno, la visto y la llevo al cole. Pero eso ahora que va al cole. Antes la llevaba a la guardería, pero siempre me daba tiempo a jugar con ella, o bailábamos, o la enseñaba algunas cosillas como a encontrarse la barriga o a distinguir, por ejemplo, los ojos de la nariz. A veces me lo pone difícil, pero bueno, qué queréis, aún es pequeña.

Además, hace ya un añito que ha dejado de ser el centro concreto de atención de su casa. La culpable es la de la foto de abajo.

Esta es María, más cariñosamente conocida como Cara-pan (por razones obvias). Aunque es un poco más buena que su hermana (en el sentido de que revuelve menos), ambas tienen algo en común: las encanta que las cojan en brazos. Y claro, una ya no está para ciertos trotes...

Bueno, una vez hechas las presentaciones, a lo que vamos. Los días pasan volando para mí, y en breve me encontraré a las puertas del 3 de noviembre: el cumpleaños de Raquel. Como éste será el último cumple que yo pase en su casa (snif...) quería hacerle un regalo especial para que se acuerde siempre de mí. Así que siguiendo los pasos de la maestra-prima-Moni, he comprado un baúl y un poco de fieltro, y mi intención es forrarlo y pintarlo, para finalmente llenarlo de monedas de oro (de chocolate) en plan cofre del tesoro. Una vez se las coma, podrá usar el baúl de joyero, por los siglos de los siglos.

De momento el cofre está así:

La pregunta es: contando con que yo soy una inútil al volante en el tema de las manualidades (gracias por todo, hermana Rueda) y que sólamente puedo trabajar en ello los fines de semana... ¿lo terminaré a tiempo o acabaré comprando uno hecho y lo rellenaré de las monedas y ya está?

Ah, misterios de la vida que se irán desvelando poco a poco...